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Curioso y sorprendente, 6 curiosidades curiosas sobre la armada de Roma

Cuando se menciona el ejército romano, enseguida acuden a las mentes del personal imágenes de centuriones, legionarios, enormes escudos y portaestandartes cubiertos por pieles de lobos, osos o leones. De hecho, casi me atrevería a jurar por las barbas de mis ancestros que casi nadie cae en la cuenta de que Roma disponía de un poderío naval jamás visto hasta la época, cosa que es de una obviedad extremadamente obvia tanto en cuanto no era probable expandir y mantener un imperio que abarcaba toda la ribera mediterránea si las tropas no contaban con el apoyo de buenas naves. Así pues y para que vuecedes se hagan una somera idea de como funcionaba la marina romana, ahí van esas seis curiosidades curiosas para ilustrarse adecuadamente y poder humillar y abandonar callados a los cuñados cuando pongan por nonagésima octava vez en la tele " " y aparezca el helado cónsul Quinto Arrio mandando al que aporree con más energía su tambor de boga. Veamos pues... Birreme romana en la que se aprecian los classiarii aprestados al combate junto al castillo de proa, usado como una torre defensiva por los sagitarii o arqueros de la nave para hostigar al enemigo Curiosidad 1. En tiempos alto-imperiales, la marina tenía su particular organización tanto a nivel de tropas como de escala de mando. Así pues, entretanto que una legión era mandada por un legado una flota estaba debajo el mando del navarcha. Cada nave estaba tripulada por un contingente de tropas a modo de primitiva infantería de marina, los cuales recibían el nombre de milites classiarii. Por otro lado estaba la marinería o nautæ, la cual se encargaba de todo lo referente al empleo del barco y, así mismo, de combatir junto a los milites classiarii. Finalmente, la boga estaba encomendada a los remiges, los cuales, contrariamente a lo que se suele creer, no eran penados ni nada similar, sino tíos libres que, asimismo de remar, también combatían cuando llegaba la hora de abordar una nave enemiga o bien de rechazar al adversario. En cuanto al personal no combatiente, cada galera llevaba un cómitre o hortator, dos galenos y un encargado de los sacrificios o victimarii, que ya conocemos que los romanos eran muy supersticiosos y no entraban en combate como no les fueran propicios los augurios aunque despues los derrotaran bonitamente. También disponían de carpinteros y veleros al mando de un optioDiploma de un veteranus de tiempos de Trajano Curiosidad 2. El pueblo romano, a pesar de su cercanía al mar, era de secano. De hecho, cuando empezó a beber manera la armada nadie se quería alistar de modo que, para completar las tripulaciones, se optó por enviar a las galeras a las tropas de tierra en plan castigo o militæ mutatio. En esa estación idéntico se usaban tropas regulares en caso de necesidad para ser embarcadas o se echaba mano de los para que luchasen en tierra. Tras ese primer desbarajuste y una vez que realizar carrera en la marina se convirtió en una alternativa viable, el personal se alistaba por 26 años, tras los cuales tenía dos opciones: largarse a su casa con la indemnización habitual del ejército o bien reengancharse cobrando el doble de la paga. Con el cumplimiento del compromiso, a estos se les daba asimismo un diploma de bronce en el que, entre otras cosas, se legitimaba a sus mujeres caso de tenerlas y a sus hijos. Recordemos que en el ejército romano no se podía casarse al personal. En cuanto a los remeros, solían reclutarse entre los ciudadanos de ínfima categoría. Eran muy clasistas estos romanos... Reconstrucción virtual del Coliseo con fracción Curiosidad 3. Además de sus cometidos de índole militar, se encargó a los
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