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Cosas Insólitas, Aquellas curiosidades que encontré en los libros... Lecturas paralelas

En ocasiones estoy leyendo una novela y, de repente, me tropiezo con cierta curiosidad o historia que usualmente nada tiene que ver con el argumento y que me llama la atención. Yo las llamo ?lecturas paralelas?. Estas son determinadas las últimas: Karoo, de Steve Tesich, arranca en una fiesta neoyorquina celebrada por las fechas en las que fuese derrocado el régimen de Ceaucescu. El New York Times publicaba un despiece diario con la lista de todos los protagonistas de la crisis junto con una guía fonética de su pronunciación correcta, y todos los asistentes a la fiesta se empeñaban en pronunciar los nombres de forma adecuada. Me llamó la vigilancia ese gusto por la perfección, esa preocupación por hablar en público sin cometer errores... En eso se ve que se parecen a nosotros los españoles y, sobre todo, a vuestros representantes, siempre tan listos y dejando bien alto el pabellón allá donde van. ¡Verán cuando se enteren al otro lado del océano de que lo realmente en boga ahora es la mezcla, la fusión...! Seguro que el New York Times imprimirá una separata dominical con locuciones de uso cotidiano como ?relaxing cup of café con leche? o ?delicious tapas and wine? para poder manejarse en sociedad sin sobresaltos En El país imaginado, de Eduardo Berti hay una idílica escena: por las mañanas, cientos de ancianos chinos acuden a un parque acompañados por las jaulas de sus aves de intenso color. El objetivo es que el pájaro cante cada día mejor y se puede lograr con dos métodos: navegar por el lago con la jaula o colgarla en los árboles junto con otras... No me digan que no es una imagen preciosa, todas esas aves con sus trinos y sus colores... Yo, de nuevo, traté imaginarla en vuestro país, pero me temo que aquí lo que poseemos son pajarracos, se pasean solos y, para las pocas ocasiones que conseguimos meterlos en la jaula, suelen salir rápidamente sin cargos o debajo fianza. Ruth Ozeki, en El resultado del aleteo de una mariposa en Japón, nos obsequia con el procedimiento idóneo para limpiar las almejas. La técnica consiste en meterlas en agua salada y agregar un puñado de harina de maíz y un clavo oxidado. La primera fracción es un proceso biológico: la harina es ingerida por la almeja y, de ese modo, elimina la materia verde de su aparato digestivo y sus órganos intestinales. El segundo proceso es electroquímico: el agua de mar es una solución iónica y funciona como un electrolito. Al introducir el clavo en el agua, se genera una pequeña carga eléctrica, que es justo la necesaria para irritar a las almejas y realizar que purguen la sangre. Así que, básicamente se trata de alimentar y electrocutar a la vez a los pobres moluscos para realizar que caguen y escupan  (sic). ¿Qué? ¿Cómo se les queda el cuerpo? ¿No tienen ganas de comerse unas almejitas a la marinera con electroshock incluido En El día de mañana, de Ignacio Martínez de Pisón, había un personaje llamado Noel León, un palíndromo en toda regla. Era hijo de palindromistas y toda su vida giraba en torno a estas composiciones capicúas. Me resultó curiosísimo encontrar el fervor que levantan los palíndromos, ya que inclusive tienen lugar asociaciones, congresos anuales y campeonatos nacionales e internacionales... Yo reconozco que afuera del dábale arroz a la zorra el abad, no conocía sino los obvios Ana, acá, allá... Durante años, antes de que lo hicieran los ordenadores, confeccioné pasatiempos para una editorial (todavía me persiguen en sueños los símbolos de la plata y el aluminio). En ocasiones era un auténtico quebradero de cabeza terminar el autodefinido o crucigrama de turno, y permitía atascarme mientras horas, así que entiendo el trabajo que lleva componer algo así:  La ruta nos aportó otro paso natural   En fin, curiosa afición Bueno, supongo que ni más ni menos absurda que tener un blog de libros...
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